Las relaciones con personas menores de edad o impropias, con adultos, pueden presentarse en los adolescentes, por lo que es importante identificar quiénes son los amigos de nuestros hijos.
Por Revista MJ
El embarazo a temprana edad, contraer enfermedades de transmisión sexual o los abusos de poder que se desprenden cuando las relaciones se desarrollan en condiciones desiguales, son parte de las preocupaciones de los padres cuando un hijo o hija adolescente comienza a tener relaciones de pareja o noviazgo.
En el marco de la celebración de San Valentín, Catalina Chaves Fournier, directora ejecutiva de la Fundación Casa de los Niños y psicóloga; quien trabaja con 340 menores de edad, de los cuales 120 son adolescentes; asegura que mantener una comunicación abierta con los hijos es clave para sobrellevar las relaciones de pareja o noviazgo en los adolescentes.
“Los padres suelen angustiarse por el bienestar emocional, físico y social de sus hijos cuando comienzan a explorar las relaciones de pareja. Estas preocupaciones varían dependiendo de la personalidad de los padres, el entorno familiar, y las características del adolescente”, explicó Chaves.
Algunas de las inquietudes más comunes son:
- Seguridad emocional y física: Que el menor salga lastimado.
- Influencia de la relación en el desempeño académico: Que se distraiga de sus estudios y prioricen a la pareja.
- Riesgo de relaciones tóxicas o abusivas: Que dañen la autoestima y que no la puedan reconocer (control, celos, pérdida de la autonomía, etc.).
- Presión de grupo: Hacer cosas por presión de los grupos que frecuentan.
- Sexo e intimidad: Una de las mayores preocupaciones por las implicaciones emocionales, físicas y de salud.
- Relaciones impropias. Con personas mayores de edad, donde esta pueda ejercer un poder desigual (actitudes posesivas, celos, control).
Las relaciones impropias son relaciones desiguales y de poder entre una persona adulta y una persona adolescente. Desde el punto de vista de los derechos humanos, resultan inconvenientes o dañinas para las personas menores de edad, y en muchos casos, pueden llegar a ser una forma oculta o socialmente legitimada de violencia[1].
Una relación es impropia cuando:
- La persona menor de edad es mayor de 13 años y menor de 15 y la persona adulta es al menos 5 años mayor.
- La persona menor de edad es mayor de 15 años y menor de 18 y la persona adulta es al menos 7 años mayor.
- Embarazo adolescente y enfermedades de transmisión sexual (ETS): El inicio de la vida sexual puede traer estas implicaciones.
Para el 2021 el 9% de los embarazos en Costa Rica correspondía a madres adolescentes [2]. El Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) detalla que nueve niñas menores de trece años se convirtieron en madres en 2023, y 198 nacimientos se dieron en niñas entre los 10 y los 14 años, manteniendo el promedio de casi cuatro a la semana. Para los padres, un embarazo a temprana edad sigue siendo una de las mayores inquietudes.
- Tiempo de calidad en familia y el aislamiento: Alejarse física o emocionalmente de la familia.
- Madurez emocional: Que no tengan la madurez emocional para manejar una relación de pareja de manera adecuada. Decisiones precipitadas, expectativas poco realistas o dificultades para manejar los conflictos de pareja.
Para afrontar situaciones de este tipo, lo recomendable es:
- Fomentar una comunicación abierta, escuchar sin juzgar, hacer preguntas abiertas que les permitan expresarse.
- Educar sobre relaciones saludables. Definir qué es respeto mutuo, confianza y comunicación.
- Establecer límites claros. Normas y expectativas (horarios de visita y expectativas). Mantenerse firme.
- Modelar comportamientos positivos. Los hijos ven lo que hacemos, no lo que decimos. Aprenden a relacionarse en pareja a partir de sus padres.
- Fomentar la autonomía. Permitirle tomar decisiones mientras los orientamos.
- Hablar sobre la presión de grupo. Analizarlo sin juzgar, animarlos a mantenerse fieles a sus decisiones y creencias.
- Estar disponibles para conversaciones difíciles. Temas sensibles (sexo, intimidad), creando un espacio seguro para que puedan hablar.
- Buscar recursos adicionales. Apoyarse en libros, talleres o algún profesional.
Para experta de la Fundación Casa de los Niños, Catalina Chaves, es muy importante que en estas situaciones los padres de familia estén muy informados de quiénes son los amigos de sus hijos y conocerlos, para estar al tanto de las personas con las que están interactuando.