Castigos vs. premios ¿qué es más efectivo para educar a los hijos?

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Castigos vs. premios ¿qué es más efectivo para educar a los hijos?

En la familia se construye el carácter y se moldea la personalidad de cada individuo. Por eso la niñez es una etapa que requiere bastante atención. La idea de los regaños o las recompensas para los pequeños podría afectarles. ¿Quieres saber cuál es la mejor manera de educarlos?

Por El Salvador

¿Cuántos padres de familia utilizan los castigos para corregir el comportamiento de sus hijos después de una pataleta, o al contrario les obsequian regalos para incentivarlos a ser mejores personas a fin de tener una situación controlada en casa?

Este ha sido siempre el punto de quiebre de los adultos. La mayoría no sabe, o no está seguro, si los pequeños aprenden más cuando se les reprende o cuando se les motiva con pequeños premios. The New York Times en su artículo “¿Los hijos aprenden más con premios o con castigos?”, explica lo que sucede y qué hacer en esas situaciones.

“La idea general de los castigos y las recompensas está basada en suposiciones negativas acerca de los niños; que debemos controlarlos y moldearlos y que no tienen buenas intenciones”, explica el artículo.

Pero ellos también son seres programados y capaces para ser empáticos, cooperativos, trabajen en equipo y sus perspectivas cambien, la pregunta es cómo.

Hay tres caminos. El primero consiste en buscar el verdadero trasfondo de la situación. Enfocarse en ello permite dar al menor la ayuda que necesita. Por ejemplo, los padres deberían omitir expresiones como ‘pórtate bien con tu amigo y comparte o no vas a ver la televisión’, por palabras como ‘es difícil compartir al principio, pero si se te ocurre una forma de hacerlo dime y te ayudo’.

Cuando hablamos del verdadero trasfondo nos referimos a que el llanto de un niño se debe a varios factores como la falta de sueño, hambre, exceso de estímulos, sentimientos fuertes, cambios en una habilidad en desarrollo o las experiencias nuevas.

El segundo camino que lleva a entender a los pequeños es evitar los premios y trabajar más la motivación. Esto quiere decir que el adulto tiene que depositar en el pequeño una cuota de confianza para que trabajen como equipo.

En ese caso, si acostumbras a decirle ‘si limpias tu cuarto, podemos ir al parque’, es mejor sustituir ese mensaje por las palabras: ‘cuando tu cuarto quede limpio iremos al parque’. Es lo mismo dicho de otra forma y puede tener un efecto increíble.

El último camino para ayudar a los niños es evitar los castigos y  guiarles. Cuando le dices ‘no te estás portando bien, así que ya no vas a jugar’, en realidad puedes explicarle: ‘ya me di cuenta que estás inquieto, vamos a otro lugar para calmarnos’.

Y por último, recuerda que “las recompensas son más bien las gemelas engañosas de los castigos. Son atractivas para las familias (y es comprensible) porque pueden mantener a un niño bajo control temporalmente, pero el efecto puede desvanecerse o incluso ser contraproducente”. 


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