¡Convirtiéndote en CEO de tu vida!

May 8, 2025 | Noticias Recientes, Utopías de una CEO

Daniel Rosales

Compartir en:

 

Por Dianne Medrano – Utopías de una CEO

Hoy, después de más de 22 años de experiencia laboral, realizo una gran verdad: más allá de los cargos y los logros está el verdadero sentido del liderazgo, ese que se ejerce primero sobre nuestra propia historia, nuestras decisiones y nuestro bienestar.  

Esa verdad no se manifiesta en grandes momentos o discursos; más bien se encuentra en los detalles más pequeños y cotidianos. Te doy un ejemplo: cuando llegas a un lugar lleno de desconocidos y te toca presentarte: ¿cómo te presentas?

Yo normalmente digo: “Hola, mi nombre es Dianne Medrano y soy la CEO de Centenario Internacional”. O, dependiendo del foro, me presento como la directora ejecutiva del proyecto Utopías de una CEO.

Después de esas palabras noto algo que no sé si te ha pasado. El silencio que sigue puede volverse muy incómodo porque, inevitablemente, esas palabras de presentación tuyas van a provocar una reacción. Y nos quedamos ahí… inmóviles, con la respiración cortada, esperando esa cara de aprobación que nos haga sentir que “pasamos la prueba” y fuimos aceptados. 

El día que noté que eso me pasaba fue el día que me quedé sin “apellido corporativo”. Me di cuenta de que, durante años, yo misma me había dado valor según el puesto que tenía o la empresa que representaba. 

Cuando de pronto fui “solo” Dianne Medrano, sin nada más que agregar después del “de”, mi alma entró en un silencio tan atónito que todo mi ser se llenó de oscuridad. Sentí que el ser YO no era suficiente… ¡Eso me rompió!

Pasé semanas dando tumbos, intentando que mi mente se desprogramara, buscando en el espejo algo más que un rol. El primer paso en cualquier proceso profundo es la aceptación. En mi caso, se trataba de descubrir quién era yo más allá del valor que agregaba en una empresa. 

Fue en medio de esa disertación interna que volví a Dios, a mi centro. Entonces, comprendí que nada de lo que vivimos es casualidad. Todo, incluso lo que duele, obra para bien.

Pocos meses después, llegó a mi vida la oportunidad de convertirme en CEO de esta gran empresa. Aunque eso fue un regalo, lo más valioso fue la lección que trajo consigo: nunca más iba a posicionar mi valor solo por el puesto. Mi verdadero compromiso conmigo misma  era convertirme en la CEO de mi vida. Esto porque ser CEO de una empresa es temporal, pero ser CEO de tu vida, por el contrario, sí es algo eterno. No se trata de tener todo bajo control; se trata de liderarte desde el amor, el propósito y la consciencia.

Un día, preparando una de mis charlas sobre salud mental en el entorno laboral, me hice otra pregunta que terminó de cambiarlo todo: Si el bienestar es tan importante en el entorno laboral, ¿qué haría un CEO para lograrlo en su propia vida?

Agarré el lapicero, porque yo pienso dibujando, y comencé a trazar paralelos entre los roles que desempeño para la empresa y los que debía asumir conmigo misma si quería ser esa versión mía que tanto anhelaba. Les comparto el resultado de esa reflexión:

  • Un CEO establece la visión estratégica. Yo también debo tener claridad sobre hacia dónde quiero ir, qué sueños tengo, qué legado deseo dejar. Cuando tengo clara mi visión, puedo reconocer las oportunidades que Dios pone en mi camino.
  • Un CEO toma decisiones clave para el futuro. Yo también debo decidir, con conciencia, darle un papel significativo a mi bienestar, aunque no siempre sea lo más popular. Elegir lo que me construye, no lo que me desgasta.
  • Un CEO gestiona recursos y los prioriza para asegurar el crecimiento. Yo también debo cuidar mi energía, mi tiempo, mis relaciones. Entender que decir “no” también es una decisión de liderazgo.
  • Un CEO resuelve problemas, tanto internos como externos. Yo también. A veces, los más complejos son los que no se ven: las dudas, los miedos, las creencias que nos limitan.
  • Un CEO innova y se adapta. Yo también debo reinventarme porque vivimos en un mundo de cambio constante y creciente incertidumbre, eso sí, sin dejar de ser fiel a mi esencia.
  • Un CEO lidera e inspira. No solo dirige, también acompaña. Yo también tengo esa misión. Me inspiro para poder inspirar. Me lidero con compasión para liderar con verdad.
  • Un CEO responde por los resultados. Yo también respondo por los éxitos y los fracasos.

Asumo mi vida con responsabilidad, sin excusas ni culpas externas.

Lo más importante, ningún CEO lidera solo. La resiliencia no es soportarlo todo, es superarlo todo. Para eso, necesitamos una junta directiva personal, un círculo íntimo de personas que nos eleven, que nos reten con amor, que nos abracen en la caída y nos celebren en el vuelo.

Convertirse en la CEO de tu vida no es una meta. Es una práctica diaria, una forma de caminar, una elección consciente de vivir con propósito, aun cuando no sepamos el mapa completo.

Cuando empiezas a hacerlo todo lo demás comienza a tener el debido rumbo y a cobrar un sentido profundo y trascendente.

Compartir en: