Fallos que cometen los padres cuando los hijos desobedecen
Si un padre cede, aunque sea un día, ya lo tiene todo perdido. Las reglas deben cumplirse sí o sí. Pero no siempre es fácil y los extremos nada buenos. Estos son errores comunes que cometen los padres cuando los niños no obedecen.
Por: Mejor con Salud
Educar a los más pequeños, a veces, no es nada fácil. Por eso, no es raro darse de bruces con ciertos fallos que cometen los padres cuando sus hijos desobedecen.
Las responsabilidades y el estrés provocan que los progenitores se exasperen al encontrarse con niños revoltosos, que no se ciñen a las normas y que llevan la contraria todo el tiempo.
Sin embargo, es necesario respirar para evitar caer en estos fallos que cometen los padres y que pueden tirar por la borda todo lo que se le ha enseñado a los niños hasta el momento.
Fallos que cometen los padres
1. ¡Aquí mando yo!
El gran problema que tiene una rabieta, una mala contestación o desobedecer determinada orden es que los padres consideran que los más pequeños están atentando contra su autoridad.
No obstante, el hecho de los hijos lleven la contraria no significa que estén desafiando a sus progenitores. Puede que se les haya olvidado lo que le dijeron o que no lo hayan entendido muy bien.
Como adultos, vemos ciertas cosas bastante claras, pero no debemos olvidar que ellos son niños.
En vez de entender esto como un ataque hacia nuestra autoridad, es importante sentarnos a hablar con los más pequeños para verificar que comprenden lo que se dice.
Pues este es otro de los fallos que cometen los padres. Desean que sus hijos cumplan las normas, pero en ningún momento se toman un tiempo para comprobar que estas son bien entendidas y resultan lógicas para los niños.
2. Ponerse a su altura
Uno de los fallos que cometen los padres con más asiduidad es el de enfadarse o contraatacar ante las faltas de desobediencia de sus hijos.
Con este comportamiento, no solamente no están haciendo gala de su autoridad, sino que la están perdiendo.
- Esta actitud, genera en los más pequeños sentimientos de rabia, frustración y enfado por el hecho de sentirse atacados en vez de comprendidos.
Si los progenitores desean educar a sus hijos, esta no es la mejor manera, pues ellos no entenderán el mensaje de la forma en la que se lo están enviando.
- Además, se favorecerá a que el niño se estrese y que la discusión cree un clima de ansiedad que no le será nada beneficioso.
3. Las reglas son opciones
Imaginemos que hay un niño en el supermercado cuyo progenitor le ha dicho que hoy no es el día de las golosinas.
El niño las quiere ya, así que se pilla una rabieta, se tira al suelo en pleno supermercado y empieza a gritar: “¡Quiero chucherías! ¡Quiero chucherías!”.
Ante el mal rato que se pasa y la vergüenza, el progenitor cede.
Es entonces cuando el niño entiende que las reglas se pueden saltar utilizando determinadas técnicas de manipulación que someten a sus padres.
- Si un padre cede, aunque sea un día, ya lo tiene todo perdido. Las reglas deben cumplirse sí o sí. De lo contrario, el niño sabrá toda norma se puede romper.
4. Cerrar los ojos ante lo evidente
¡Cuántas veces nos ha ocurrido esto! Ante lo que no queremos ver porque no nos gusta damos media vuelta como si no hubiese pasado nada.
Sin embargo, sí ha pasado. Si nuestro hijo nos desobedece y no le decimos nada ni nos inmutamos, no comprenderá el hecho de que sí te alteres en situaciones similares posteriores.
Esto es incoherente y con esta actitud tan solo le transmitimos un interés y desinterés que se alternan dependiendo del día y del momento.
La sensación que tendrá nuestro hijo ante esto es de que no nos interesa lo que hace o deja de hacer. Esto puede provocar problemas de baja autoestima que se verán potenciados en un futuro no muy lejano.
5. ¡Yo lo puedo hacer porque soy tu padre!
Sin duda, este es el peor de los fallos que cometen los padres y es ser incoherente con las normas que les imponen a sus hijos.
Por ejemplo, si un progenitor le dice a su hijo que, por favor, no ponga los pies sobre la mesa, pero posteriormente él lo hace, el niño no entenderá nada y, quizás, opte por rebelarse.
Cuando hay una norma en casa, todos los miembros de la familia deben cumplirla. No solo para dar ejemplo, sino para ser coherentes con lo que se está pidiendo.
No podemos solicitar que se haga una cosa si nosotros no la hacemos. Esa autoridad que creemos que tenemos cuando decimos “¡Porque lo digo yo!” o “¡Porque aquí mando yo!” resulta absurda e ilógica.
Los padres siempre tienen que ponerles normas a sus hijos. No obstante, está en sus manos que estas se cumplan o no.
No hay progenitores perfectos. Pero, atender a estos fallos, ser críticos con nosotros mismos y ponerles solución será un paso importante y muy enriquecedor.