Por Dianne Medrano
Este mes de octubre estoy llevando un curso de tecnología e inteligencia artificial para la alta dirección en INCAE. Me inquietó notar que la participación femenina es mucho menor que la masculina. Me pregunté si de alguna manera ese mundo nos intimida o si existe en nosotras una predisposición cultural que nos aleja de ese campo del conocimiento. Quiero ser una facilitadora del tema porque queramos o no, está dibujando nuestro futuro.
Buscando una forma más cercana, natural y graciosa de acercar las nuevas herramientas a las mujeres se me ocurrió una idea a la que titulé “Ocasiones del mes en que sería mejor preguntarle a ChatGPT”.
Definitivamente, hay días del ciclo hormonal en los que deberíamos firmar un acuerdo tácito con la inteligencia artificial: “Querido ChatGPT (o Cosi, como le dicen por ahí), por este rato toma tú las decisiones mientras yo me relajo y me tomo un té (o un vino, según la preferencia).”
Porque seamos honestas, hay ocasiones donde ni el algoritmo más avanzado podría descifrar lo que sentimos. Sin embargo, ahí estamos, tratando de entendernos mientras la cabeza dice una cosa, el corazón otra y el cuerpo se rebela sin previo aviso. A veces nos pasa en la oficina, rodeadas de gente; otras en una actividad con nuestros hijos o en un momento random con la pareja.
Si bien somos mujeres que lideran, que planean, que calculan y prevén, también somos mujeres que sienten, que dudan y que a veces nos sobrecargamos intentando sostenerlo todo, con una sonrisa impecable y una lista infinita de pendientes.
Es en esos días del mes cuando más deberíamos aliarnos con la tecnología en lugar de pelear con ella y con nosotras mismas. Si tienes una “amiga digital muy inteligente”, ¿por qué no acudir a ella? No es para que piense por nosotras, sino para que nos ayude a vernos desde afuera, con menos drama y más claridad.
Por ejemplo, cuando estoy en modo hipersensible nivel 3000 mejor le pregunto a ChatGPT si ese correo que estoy a punto de enviar suena asertivo o pasivo-agresivo. Cuando estoy en modo CEO del universo también le consulto porque a veces la soberbia se disfraza de seguridad.
Al final, no se trata de dejar que la herramienta decida por nosotras, sino de reconciliarnos con la idea de que podemos usar nuestra mente con más consciencia porque si algo nos enseña la tecnología es que la verdadera inteligencia (artificial o humana) comienza cuando somos capaces de detenernos a pensar antes de reaccionar.
Así que la próxima vez que te sientas en modo tormenta, consúltalo con la IA, no para que te diga qué hacer, sino para que te recuerde que dentro de ti también hay un sistema operativo capaz de reiniciarse, reprogramarse y empezar de nuevo.




