Mi hijo de 1 año padece de trastornos digestivos leves ¿Qué hacer?

Dic 16, 2020 | Agenda mi bebé, Noticias Recientes

Editor Mama Joven

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El reconocido pediatra Jorge Palacios explica la importancia de tratarlos para mejorar la calidad de vida del niño y su familia.

Por Revista MJ

Los trastornos digestivos menores como el cólico y la constipación o estreñimiento infantil son más comunes de lo que pensamos. De acuerdo con la evidencia científica, éstos pueden afectar a dos de cada tres bebés menores de un año. Por ejemplo, se estima que, durante los primeros meses de vida de los niños, el 32% de las consultas al pediatra son por causa de la constipación o estreñimiento y hasta un 40% de los bebés sufre de cólico.

Si bien los trastornos digestivos leves no son críticos para la salud del niño, estos logran afectar la calidad de vida del bebé y su familia. En palabras del doctor Jorge Palacios, especialista en gastroenterología pediátrica, “a pesar de que los trastornos digestivos leves son muy frecuentes en los primeros meses de vida de los niños, es recomendable visitar al médico para evitar que la condición empeore y, principalmente, para buscar cómo aliviar o reducir las molestias del niño y así mantener una adecuada calidad de vida para él y su familia”.

Palacios enfatiza que cada bebé es diferente y no es posible tener una receta general para aliviar las molestias producidas por los trastornos digestivos leves en todos los niños, por lo que es necesaria una evaluación individual caso por caso. Sin embargo, desde su experiencia hay tres consejos básicos que los padres pueden seguir, junto con dar al niño de forma exclusiva leche materna al menos durante sus primeros seis meses de vida:

  1. El Lactabacillus reuteri, probiótico presente en la leche materna, puede ejercer un efecto antiinflamatorio, reducir la cantidad de bacterias productoras de gas y, por ende, reducir el tiempo de llanto por cólico. Este probiótico puede ayudar a aliviar el estreñimiento al mejorar los movimientos intestinales y aumentar la frecuencia de las deposiciones de los niños.
  2. Amamantar al niño en un ambiente adecuado y en la postura correcta. Es esencial una postura cómoda tanto para el bebé como para su madre: un acople apropiado de la boca del bebé al seno materno y evitar que el niño se esté moviendo por distracciones, ayudan a mejorar la deglución y a tener una mejor digestión.
  3. Si el bebé es mayor de 6 meses, es importante verificar el tipo de alimentos sólidos que están consumiendo. Las fibras prebióticas como los FOS y GOS presentes en vegetales y legumbres facilitan la digestión. Entendiendo mejor cada trastorno: el estreñimiento y el cólico infantil. En relación con la constipación o estreñimiento, es importante aclarar que en los bebés no existe una cantidad “normal” de deposiciones diarias. Por ejemplo, durante los primeros meses de vida,
    algunos bebés pueden tener una evacuación después de cada toma de leche materna o alimentación y otros pueden no evacuar durante 5 o 7 días, sin que ese período se considere anormal.

Los factores que indican la presencia de estreñimiento son el tamaño y la consistencia de las heces. Cuando el bebé está estreñido, sus heces serán duras y muy grandes o pequeñas y las deposiciones se vuelven difíciles y dolorosas. En relación con lo anterior, Palacios explica que en algunos casos “el bebé puede llegar a perder el apetito y retener las heces para evitar el dolor que le ocasiona su expulsión, por lo que es indispensable visitar al pediatra para ayudarle a controlar esta molestia”.

Por su parte, el cólico infantil alcanza su pico máximo de incidencia entre la tercera y sexta semana de vida y, por lo general, se resuelve entre los primeros tres y seis meses de vida. Se desconoce la causa específica que provoca el cólico infantil. Sin embargo, se cree que hay factores que pueden influir, tales como: inmadurez del tracto gastrointestinal, alteraciones en la implantación de la microbiota intestinal normal, fallas en la técnica de alimentación, alergia a la proteína de leche de vaca o intolerancia a la lactosa, reacción a sensaciones como el miedo, la preocupación, la ansiedad o la frustración e incluso el tabaquismo materno.

Ante la gran variedad de posibles causas y la confusión que esto genera, Palacios recomienda no realizar cambios empíricos en la dieta o automedicar a los niños, destacando la importancia de visitar a un especialista.

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