Somos tribu: navegar la sororidad sin romantizar

Sep 10, 2025 | Utopías de una CEO, Noticias Recientes

Editor Mama Joven

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La sororidad no surge de la noche a la mañana. Es un proceso que debemos construir de manera consciente.

Por Dianne Medrano.

A menudo hablamos de sororidad como si fuera un ideal fácil de alcanzar, pero la realidad es que la solidaridad entre mujeres tiene sus retos. No es casualidad que necesitemos una palabra específica para hablar de apoyarnos entre nosotras: esto surge porque, históricamente, las mujeres hemos enfrentado dinámicas de competencia o desconfianza que no siempre se discuten abiertamente.

De hecho, para quienes quieran profundizar, la Dra. Joyce Benenson, psicóloga evolutiva de la Universidad de Harvard, ha investigado cómo la cooperación y la competencia entre mujeres tienen raíces tanto sociales como evolutivas. Sus estudios muestran que estas dinámicas no son simplemente un producto cultural ya que tienen un trasfondo en la forma en que evolucionamos y nos relacionamos.

En este sentido, la sororidad no surge de la noche a la mañana. Es un proceso que debemos construir de manera consciente. Aunque no se trata de romantizarla ni de verla como algo automático, sí podemos empezar a dar pasos concretos para convertirla en una práctica diaria y tangible.

Les comparto tres claves que aplico en mi deseo de construir tribu:

  1. Reconocer nuestras historias personales: Cada mujer carga con experiencias distintas, muchas veces marcadas por la desconfianza o la comparación. Hablar de ello de forma abierta y reconocer esas cicatrices es el primer paso para cambiar la narrativa.
  2. Practicar la empatía activa: Escuchar sin juzgar, validar las emociones de otras mujeres y entender que el éxito de una no disminuye el valor de otra. La empatía no es teoría, es una práctica que debe ejercerse en el día a día.
  3. Celebrar los logros ajenos: Aplaudir de corazón los triunfos de otras mujeres crea un ambiente de apoyo mutuo. Cuando una gana, ganamos todas porque se abre camino para las demás.

La sororidad no es un concepto romántico ni una etiqueta de moda: es un acto político, emocional y humano que nos invita a vernos como tribu y una tribu no se construye con palabras, sino con acciones. Decidir conscientemente apoyarnos, derribar prejuicios y dejar de lado la rivalidad es lo que realmente convierte a la sororidad en una fuerza transformadora.

Les comparto también mi definición de tribu femenina, sobre la cual desarrollo mis conceptos: es un círculo sagrado donde las mujeres se reconocen, se sostienen y se inspiran mutuamente. No se trata solo de compartir experiencias, sino de entrelazar almas; es el lugar donde las risas sanan, las lágrimas no pesan y las palabras se convierten en alas. Es un refugio y a la vez un impulso, un espacio de confianza en el que las diferencias se abrazan y las similitudes se celebran. Una tribu femenina es la certeza de que ninguna camina sola, es la fuerza invisible que se multiplica cuando una mujer extiende la mano y otra la recibe.

En ella, la vulnerabilidad se transforma en poder y el poder se convierte en amor. Es el recordatorio de que juntas somos más, que somos eco y raíz, que somos el sostén de los sueños y el fuego que ilumina el camino. ¡Al final del día, somos tribu cuando decidimos serlo!

 

 

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