Un momento para la desconexión

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Por Estrella Flores-Carretero.

La tecnología nos ha permitido salvar las distancias y los tiempos, evitar los desplazamientos, comunicarnos al instante, enviar y recibir información desde cualquier lugar del planeta… Sin embargo, estas grandes ventajas, impensables hasta hace poco, también han traído un lado negativo: la dependencia informática, a veces llamada “esclavitud informática”.

Desconectar es una necesidad humana que ya regulan casi todos los países, pero que todavía no se está implantado en muchas empresas. Sin embargo, el planteamiento no debe ser el de respetar el horario para evitar demandas, ni tampoco el de aceptar la tecnología permanente por temor a represalias o despidos. Lo verdaderamente importante es que empleados y empleadores desarrollemos una sensibilidad de respeto hacia el tiempo privado y ser consciente en ambas partes, si es posible.

Por qué es importante desconectar. En mi opinión, proteger el derecho a estar desconectados beneficia a las personas y, como consecuencia, a la empresa que, no lo olvidemos, está formada por personas. Cuando los empleados no se sienten agobiados ni sobrecargados permanentemente se incrementa su bienestar, su deseo de permanencia y su motivación. Además, evitar el estrés permite alejar los problemas de salud física y mental. No es solo por salud, la desconexión es el alimento de la creatividad y el impulso para seguir adelante.

Cómo facilitar la desconexión. Es preciso contar con una política interna que detalle qué se puede esperar de las personas durante el horario de trabajo remoto y qué no se les puede pedir, qué pasará si no responden durante determinados periodos de tiempo y si pueden o no recibir sanciones por ello. Debemos crear una cultura de la desconexión en la que participen los trabajadores, la empresa y los proveedores, todos unidos para mostrar que buscamos un enfoque conjunto de respeto.

De qué forma gestionar las excepciones. Ambas partes deben estar abiertas a establecer horarios siempre que sea posible, pero también a aceptar controles durante los «permitidos». Existen programas que permiten conocer el desempeño y nadie debería sentirse molesto por reportar a los encargados de supervisarlo. Una empresa no es una fundación de caridad y necesita cumplir objetivos. Precisamente por ello, habrá que considerar que cada negocio tiene distintos requisitos porque los clientes no trabajan con horario estándar. La flexibilidad es un imperativo en determinados puestos y empresas, aunque también en ese caso conviene establecer qué injerencias están dispuestos a admitir quienes asumen la excepcionalidad.

Las organizaciones no deben olvidar ser agradecidas con las personas y las personas con las empresas que, fuera de su horario, trabajan por el bien común.

Por último, os deseo unos días de desconexión, de disfrutar con lo que deseen, porque como decía Eleanor Roosevelt: “El propósito de la vida es vivirla, saborear la experiencia al máximo, para llegar con interés y sin miedo a nuevas y ricas experiencias”.

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