Niños y jóvenes con asperger y autismo tienen mejorías a través de tratamiento con células madre
Por Mamá Joven
El trastorno del espectro autista –TEA- es una gama de trastornos complejos de neurodesarrollo, caracterizado por impedimentos sociales, dificultades en la comunicación, y patrones de conducta estereotípicos, restringidos y repetitivos. El trastorno autista, a veces llamado autismo o TEA clásico, es la forma más grave, mientras que otras afecciones a lo largo del espectro incluyen una forma más leve conocida como síndrome de Asperger.
En cuanto al autismo, un estudio de International Journal of Developmental and Educational Psychology se refiere a estadísticas mundiales en cuanto a que 60-70 personas de cada 10.000 podrían estar afectadas de alguna forma por esta patología.
Según la definición de la Asociación Internacional Autismo-Europa, en el mundo 5 de cada 10.000 personas presentan un cuadro de “autismo clásico” y las cifras suben hasta 1 de cada 700-1000 personas si se tiene en cuenta el “aspectro autista”.
En cuanto a sexo, el último informe del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades mantiene que la prevalencia de Trastornos del Espectro Autista señalan que es significativamente mayor en niños que en niñas con una media de 4.5:1, indicando que la proporción es de 3 varones por cada mujer.
A nivel país no existen estadísticas que se refieran a la incidencia de esta patología, no obstante, existen asociaciones, grupos de padres y centros educativos que trabajan con esta población, pues afortunadamente hoy se ha ampliado el concepto de aspectro autista así como los criterios diagnósticos y la creación de servicios especializados y un mejor conocimiento.
De acuerdo con la clínica Autismo Integral, la ausencia de estadísticas sobre la incidencia en nuestro país es debido a la dificultad y amplitud de su diagnóstico. “El trastorno espectro autista tiene muchos niveles de funcionamiento y entre cada nivel, muchas características que varían según circunstancias y evolución de la persona. Por eso, llegar a contabilizar esto requiere de organización y de disposición de muchos ámbitos de forma integral”.
Lo positivo es que en Costa Rica se está realizando ya desde hace varios años una terapia que ha generado resultados exitosos en niños y jóvenes con esta condición: la terapia celular con la cual después de tres a cinco trasplantes dependiendo de la edad y condiciones clínicas del paciente comienzan a verse notables mejorías “Sin embargo ya con el primer trasplante se empiezan a evidenciar cambios sustanciales en su calidad de vida y por ende, para su grupo familiar”, manifestó Milagros Sánchez, Dra. especialista en pediatría y experta en células madre de Medicell.
De acuerdo con la especialista, las Células Madre Hematopoyéticas obtenidas de la médula ósea regeneran nuevos vasos sanguíneos y mejoran la irrigación cerebral, mientras que las células madre mesenquimales obtenidas de la grasa, forman nuevas neuronas para reestablecer nuevas sipnasis o conexiones.
Por otro lado también se sabe que las células madre mesenquimales tienen una capacidad inmunomiduladoras, es decir, es capaz de corregir y potenciar el sistema inmunológico, que es una de las causas principales de esta patología.
“En la práctica diaria hemos podido ver cómo los pacientes que anteriormente los padres nos manifestaban que se ponían más hiperactivos cuando consumían azúcares, gluten o caseína, una vez finalizado el tratamiento con Células madre, el consumo eventual de cualquiera de éstos productos se vuelve totalmente inofensivo para ellos, lo que hace que la dieta pueda ser menos estricta. Esto está relacionado con los cambios a nivel inmunológico con los cuales se beneficiará el paciente con este tipo de tratamiento, ya que también coincide con que los niños no vuelven a presentar cuadros infecciosos de ningún tipo”, comentó la Dra.
De acuerdo con la especialista, en relación a las manifestaciones clínicas del Espectro Autista, una vez iniciado el tratamiento con Células madre, los niños mejoran significativamente y de forma progresiva su interacción con el medio que les rodea, son mucho más sociables, expresan sus emociones, logran fijar la mirada, atender y obedecer órdenes, controlar su hiperactividad, entre otras más.
“En los niños que cursan con Asperger los cambios más evidentes son en su capacidad de sociabilizar con el entorno”, comentó Sánchez.
Lo ideal es que el lapso entre una terapia y la siguiente sea entre 21 días y mes y medio, por lo que se recomiendan mensualmente, con la finalidad de que durante todo el tratamiento se mantenga un «pool» de células madre trabajando, es decir, regenerando de forma continua los tejidos lesionados.